Cuando ella bajó yo me quedé en el carro, y cuando regresó nos llevó hasta el frente de mi caja. Bajé y le entregué la llave al gnomo, que abrió la caja, dejando ver en el suelo una pequeña montaña de oro...suspiré y cogí unas cuantas monedas, que guarde en el bolsito.
- Ya estoy - dije metiendome en el carrito con cuidado y sonriendo